domingo, 2 de noviembre de 2014

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Paulino había rechazado quedarse a comer, porque por fin tenia una buena noticia que contar en casa. Mientras volvía se imaginaba la cara de alegría de su padre y de las risas de su madre. Los ojos llorosos de Inés que se pondría contenta de volver a ver a su amiga y las carcajadas de Felipe al que encantaba chinchar a la muchacha. Pero lo que mas le entusiasmaba era la idea de volver a tenerla entre sus brazos. Abrazarla. Tocarla. Sentirla.
-¡Papá, mamá!¡Venid todos!
Se reunieron en la cocina y les dijo que Julia volvía. Tal y como se había imaginado su padre se alegró, a su madre se le lleno el rostro de alegría, a su prima-hermana Inés se le llenaron los ojos de lagrimas y el hermano de Inés empezó a decir en broma que le aria primero para picarla. Todos se alegraron mucho. Muchísimo. Tanto tiempo que no había buenas noticias en el pueblo...
Ese día iclúso la triste sopa de verduras que tenían para comer les pareció deliciosa.

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